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lunes, 21 de marzo de 2011

Bronca diaria.

Todos los días lo mismo, en uno de los acuarios tres tigres sumatranos se enfrentan a un labeo bicolor disputándose una pequeña pradera de glossostigma que hay en la parte central.

El Labeo tiene demarcado su territorio que incluye la roca de la derecha y el espacio que queda entre esta y el cristal del fondo. Los sumatranos también tienen su territorio, que comprende la zona izquierda del acuario en la que hay un bosquecillo de limnophilas..

Pero esa zona central es “territorio de nadie”. Unos días ganan unos y otros días gana el otro, pero ninguno de ellos es capaz de mantener la posesión. A todo esto, el resto de habitantes acuáticos observa las disputas con indiferencia, la guerra no va con ellos.

A veces, olvidando sus costumbres nocturnas, hace acto de presencia el Ancistrus, lento, parsimonioso y seguro. Cuando esto sucede todos los demás se apartan y le dejan “pacer” tranquilamente tanto en la pradera como en el bosquecillo e incluso cerca de la roca. No es grande ni de aspecto temible, pero nadie osa importunarle, ni los pendencieros tigres ni el agresivo labeo.

Todos esperan nerviosos a que termine con las algas del fondo y se marche a su refugio. Él se toma su tiempo, se para, rebusca entre las plantas y finalmente desaparece tras el follaje .En ese momento  se acabó la paz, vuelven las disputas y las persecuciones entre los eternos competidores.

Es un acuario, pero me recuerda algunos escenarios humanos.