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martes, 17 de mayo de 2011

El Puente de la Culebra.

Con el sol ya en declive llegó al Zarzón. Quiso cruzar el Meaques por el puente estrecho, pero una voz grave salió de entre las espesas sombras y le obligó a detenerse.


-¡Alto!, ¿Quién va?

-Yo, Juan.

-¿Y qué quieres Juan?

-Atravesar el puente.

-¿Por qué razón? Es absurdo puesto que más arriba no hay caudal y más abajo hay otros puentes más anchos y cómodos. ¿Por qué necesariamente has de cruzar por encima de mi interrumpiendo la paz que tenía hasta hace un momento?

-Porque quiero dibujarte para exponerte en mi blog y desde tu parte sur hay un encuadre perfecto.

-¡Ah un retrato, bien! Pero, ¿Qué es eso de un “blog”?

-No te preocupes, cosas de esta época. Tu sólo preocupate de mantener encendidos los ladrillos de tus arcos y firmes los pretiles. Lo de los pinceles déjamelo a mí y respecto al blog... ya te lo explicaré.

Charlamos largo rato mientras se teñía el papel. Al terminar nos despedimos, no sin antes prometer que volveríamos a encontrarnos.

-Adiós Juan, hasta pronto. Por cierto, muy interesante eso de Internet, ¡vaya con los tiempos modernos!

Adiós Francesco, y gracias por esta maravilla arquitectónica.