Con el sol ya en declive llegó al Zarzón. Quiso cruzar el Meaques por el puente estrecho, pero una voz grave salió de entre las espesas sombras y le obligó a detenerse.
-¡Alto!, ¿Quién va?
-Yo, Juan.
-¿Y qué quieres Juan?
-Atravesar el puente.
-¿Por qué razón? Es absurdo puesto que más arriba no hay caudal y más abajo hay otros puentes más anchos y cómodos. ¿Por qué necesariamente has de cruzar por encima de mi interrumpiendo la paz que tenía hasta hace un momento?
-Porque quiero dibujarte para exponerte en mi blog y desde tu parte sur hay un encuadre perfecto.
-¡Ah un retrato, bien! Pero, ¿Qué es eso de un “blog”?
-No te preocupes, cosas de esta época. Tu sólo preocupate de mantener encendidos los ladrillos de tus arcos y firmes los pretiles. Lo de los pinceles déjamelo a mí y respecto al blog... ya te lo explicaré.
Charlamos largo rato mientras se teñía el papel. Al terminar nos despedimos, no sin antes prometer que volveríamos a encontrarnos.
-Adiós Juan, hasta pronto. Por cierto, muy interesante eso de Internet, ¡vaya con los tiempos modernos!
Adiós Francesco, y gracias por esta maravilla arquitectónica.