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viernes, 19 de noviembre de 2010

Torreón de San Miguel

La carretera, recta y larguísima. A la derecha nos acompaña una playa interminable en la que a intervalos aparecen testigos del pasado en forma de pequeñas fortalezas.

De pronto una de ellas llama mi atención. Pongo el intermitente y paro en la cuneta, posiblemente sea un buen tema. Las protestas de mi familia quedan fuera de mi atención, aunque tengo la impresión de que algo inesperado está a punto de suceder.

Tres, cuatro, finalmente hago cinco fotografías. Suficiente. ¡Una pena no tener tiempo para tomar un apunte a lápiz”.

Todo bien hasta que intento reanudar la marcha y compruebo horrorizado que el coche no se mueve del sitio. Lo que aparentaba ser un terreno estable se ha convertido en una trampa bajo la que han desaparecido las ruedas. El coche esta clavado en la arena y mis intentos por sacarlo no hacen otra cosa que hundirlo aún más.

Es justamente en este momento cuando se produce la metamorfosis. Charo y los niños se transforman en tres superhéroes de Marvel que organizan el rescate. Coordinan sus fuerzas, sincronizan  todas sus acciones,…

Ocho piedras, dos plásticos y veinte empujones sobrehumanos nos devuelven al viaje.
Juro solemnemente que no volveré a cometer un error así hasta la próxima vez que encuentre un motivo interesante.