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miércoles, 23 de enero de 2013

Abstracción


A media mañana suelo salir a dar un paseo para despejarme. La liturgia es siempre la misma: pasillo, ascensor, hall, puerta principal. Allí miro hacia la izquierda, hacia la derecha y tomando una dirección al azar comienzo a caminar con rumbo errático mirando sin ver y oyendo sin escuchar.Siempre igual. Aunque hoy me he percatado de algo en lo que hasta ahora no había reparado.

No importa la ruta o las vueltas que dé; casi siempre regreso por la misma calle. Sí, sí, casi siempre. Ejerce sobre mí una potente atracción y, sin darme cuenta, acabo doblando la esquina y desembocando en ella.

Es una calle pequeña, tranquila, solitaria. En ella hay una casa antigua con un jardín y, tras ella, un olivar. El conjunto no guarda relación con el entorno.

En la casa vivió un ilustre personaje, Menendez Pidal. Interesante biografía, aunque lo que a mí verdaderamente me atrae es la calle, la casa y el susodicho olivar.

A veces me quedo un buen rato mirando la verja, el portón, la torre que sobresale entre los árboles. Me transporto a otro siglo, a otros usos y a otras costumbres.

Hoy he sentido la necesidad de dibujar la escena en un intento de congelar el momento y establecer un puente al pasado.