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martes, 8 de enero de 2013

Death Valley


Es increíble, pero no se ve el final de la carretera. Se pierde en la lejanía dentro de una zona en la que se difumina el horizonte. El polvo se mastica y a través de los negrísimos cristales de las gafas la luz es dolorosamente intensa. El implacable sol abrasa la piel y el calor es tan sofocante que apenas permite respirar. Son ya demasiados kilómetros sin ver un lugar en el que parar.

La interminable Scotty´s Castle Road serpentea durante un breve trayecto para perderse de nuevo en el horizonte dejando a su lado un pedregoso paisaje. Dicen que en este lugar sin agua ni sombra una persona puede morir en menos de cuatro horas debido a la deshidratación. No tengo ganas de comprobarlo.

De pronto viene a mi mente la película Easy Rider y recuerdo que en el móvil tengo parte de su banda sonora. Con los primeros acordes de The Weight las cosas se ven de otra forma, siento en la cara la caricia de la brisa y hasta me sobra el casco. Don´t Bogart Me comienza a sonar y la sensación de libertad es total. Aquí no hay nada ni nadie, sólo la carretera, la música y el desierto.

Bonito ¿no?, pues eso, quizá algún día.